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jueves, 21 de junio de 2012

Pataditas



Yo no tengo ni idea de fútbol. Dicho queda.

Asumiendo esta realidad, y pese a todo, ardo en deseos de decir algo respecto a lo que se está viendo y oyendo en los medios de comunicación; me refiero a este aluvión de críticas que los jugadores y el entrenador de la Selección Española de Fútbol están recibiendo, como una lluvia de chuzos y granizo.

No puedo creerlo! No puedo sufrir que seamos los españoles los que estemos machacando a nuestra propia Selección! Especialmente, habiendo pasado a cuartos de final! Una selección de futbolistas profesionales que hace cuatro años ganó este mismo campeonato: la Eurocopa; que es como ganar tres cuartos de Mundial. Una selección que hace dos años escasos nos hizo olvidar a Zapatero y sus babas durante unos días, cuando ganamos nada menos que el Mundial de Fútbol! La Copa del Mundo! Del mundo entero!

Parece mentira que yo, alguien que no sabe nada de fútbol, un mísero interino de conservatorio al que le van a reducir el sueldo por enésima vez en los próximos días, tenga que salir a defender a unos multimillonarios de veintitantos años cuyo peor pecado, en mi opinión, es que tienen un gusto deplorable en cuanto a su propio pelo: no hay ni uno que pueda presentar una cabeza digna!

En la época del Rey Felipe IV, proliferaron en España lo que se conocía entonces como arbitristas, y que no eran otra cosa que gente preocupada por España que le escribían al Rey pliegos de cartas enormes creyendo haber hallado la solución a los males del Reino: unos, arremetían contra los labradores; otros, contra los eclesiásticos; éstos, que si la solución estaba en cerrar los puertos; aquéllos, que todo se arreglaría si los españoles dejaran de comer tanto cerdo. Y, en definitiva, cada uno de los miles y miles de arbitristas creía haber dado con la solución a los problemas de España. Por fortuna, los secretarios y validos de la Corte -amén del propio Rey, que estaba a lo suyo- hacían oídos sordos a casi todo lo que les llegaba de tantos iluminados. No por ello se salvó España de la decadencia, pues ya era imposible arreglar lo que desde Felipe II estaba mal encaminado y peor gestionado; pero al menos no se volvieron locos aplicando cada una de las soluciones parciales que los arbitristas sugerían: soluciones en su mayor parte absurdas; surrealistas, a veces; y, en cualquier caso, aisladas del gran problema general que abatía al Reino, y que no era otro que la inminencia del final de un ciclo hegemónico: se acababa para siempre el Imperio español. Y a otra cosa.

España ha sido siempre una nación poblada por arbitristas; en todas las cafeterías, en todos los bares, en todas las tascas de pueblo hay siempre un Senado desde el que se solucionan, a base de tinto y aceitunas, los grandes problemas del país. Dadle una cerveza a un español y nacerá ante vuestros ojos un Cicerón, un Churchill, un Catón, un Disraeli, un Protágoras y hasta un Mussolini. De todo sabemos, los españoles! A todo le damos solución, sin contemplaciones! Los políticos, a la puta calle! Los sindicatos, a vivir del aire! El Senado, a tomar por culo! Los bancos, a la ruina y que se busquen la vida! Yo dejaría de pagar las hipotecas, todo el mundo a la vez! Yo haría que la gente sacara todo el dinero de los bancos, al mismo tiempo! Aquí el tema se arreglaría expropiando los dulces de las monjas! Enfín...

Lo mismo pasa con la Selección Nacional de fútbol (a la que me niego a llamar La Roja, pese a la presión de los diseñadores mediáticos): que si no se puede jugar con un falso nueve (Dios mío! Qué es un falso nueve? Un cuatro?); que si lo que pasa es que nos quedamos mucho tiempo en el propio área; que si Del Bosque está equivocado en el planteamiento; que si aquí lo que hace falta es sacar a Torres desde antes de que abran el estadio; que si la táctica cual; que si el 3 - 4 - 3 - 1; que si el 4 - 3 - 3 - 1; que si el número Pi; que si la cuadratura del círculo; que si tal y si pascual...

Quiénes se creen los españoles que son éstos que visten el uniforme de la Selección? Acaso creen los celtíberos que estos tíos de la camiseta roja llevan sólo unos meses jugando, y en partidos de pueblo? Es que por ventura los hemos sacado del Villagarcía Club de Fútbol o de la Balompédica de Santa Aurelia? Piensan los españoles que Iniesta, Torres, Xavi, Casillas, Ramos, Navas y toda la cohorte de malospelos que nos representan no han visto un césped en su vida? Con quién se creen que éstos se la han jugado sino contra los mejores jugadores de fútbol del Planeta Tierra, fundiéndoselos a todos el glorioso 11 de Julio del Año de Nuestro Señor de 2010 ante miles de millones de espectadores de todas las razas?

Y aunque ahora perdieran en cuartos de final y se tuvieran que volver a sus casas: qué? Acaso habría que terminar con ellos en el aeropuerto, a silletazos? Tan exigentes somos con estos especialistas, que, habiendo pasado a cuartos, les andamos buscando los fallos, las cosquillas y las debilidades? Tan fácil es pasar a cuartos de final en la Eurocopa?
Qué país éste: España! Cuánta sabiduría encierra cada español, en sí mismo! Reconcentrada, prístina, luminosa y feraz, nos envuelve a cada español un aura divina, una luz cósmica que todo lo ilumina y todo lo descubre! Es la ciencia infusa! El conocimiento profundo de todas las Leyes Inmutables! Cada español que nace es una Enciclopedia del Saber, una nueva Biblioteca de Alejandría!

Cómo nos atrevemos a darle lecciones a Vicente del Bosque; a sugerir que saque a éste y meta a aquél; y cuándo y dónde y en qué momento? Pero quiénes nos creemos que somos? Si el 99'9% de los que tanto hablan -y disponen y corrigen-, en su puñetera vida han hecho otro ejercicio que el de levantar una fuente de papas aliñás para traerla de la barra a la mesa? Qué nuevos estrategas tenemos aquí? Qué tácticos son éstos, los españoles, que darían lecciones al mismo Julio César desde lo alto de las lomas germánicas; que corregirían a Gengis Khan, a Alejandro Magno y al mismísimo Napoleón Bonaparte, con la cervecita en la mano y la barriguita pugnando por salirse del pantalón?

Pero de qué estáis hablando, barrigones de cerveza, hartos de coles, perezosos, holgazanes, sochantres, papafrailes, montunos, arrecogidos? Si en vuestra propia casa no movéis un dedo cuando veis que vuestra sufrida esposa está bregando con dos niños a la vez y preparando la cena y cogiendo el teléfono? Si en la puñetera vida habéis dado un paso al frente para solucionar un problema en la oficina en la que trabajáis, en el colegio en el que dais clases, en la fábrica donde apretáis tornillos; si tenéis menos luces que el sótano de Marilyn Manson!

Qué vanidad! Qué soberbia! Y qué indecencia! Habría que veros a vosotros, eruditos de tertulia, entendidos de salón, expertos jugadores de barra de bar, calzando las botas de tacos y en mitad de un estadio lleno hasta la bandera, sabiendo que os miran con lupa más de mil millones de espectadores y que os encontráis frente a 11 tíos (los contrincantes) que responden al nombre de Ronaldo, Robben, Benzema, Özil, Klose... Qué haríais, entonces, oh sabios extraordinarios? Qué haríais?

Os lo digo yo: pataditas daríais. Pataditas.


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