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martes, 11 de febrero de 2014

El tren de los locos.


Lo que va a ocurrir con la pretendida independencia de Cataluña no va a poder llamarse propiamente un choque de trenes, porque para que tal catástrofe ocurriera deberían encontrarse en la misma vía dos trenes distintos, en sentido contrario y a velocidades de desastre. Y en la vía catalana (lo que se ha dado en llamar tal majadería) sólo hay un tren: el de Artur Mas, gobernado por el gólem Junqueras con peor mano que la que tenían para tales menesteres los hermanos Marx.

Sólo hay un tren: el desaforado tren de los independentistas, alimentado con el carbón de una delirante Nóva História (así lo escriben los paniaguados del Govern!) en la que resultan ser de origen catalán desde Leonardo da Vinci hasta Cristóbal Colón; desde Miguel de Cervantes hasta la bandera norteamericana!!! Un delirium tremens pagado con el Fondo de Liquidez Autonómica, el FLA, que se extrae del bolsillo de todos los españoles!

Un solo tren que circula sin control sobre unos raíles que sólo los separatistas ven: unos raíles colocados sin atornillar sobre un suelo rústico que nadie ha cartografiado. Un tren de enfermos mentales graves tras cuyas ventanas tapiadas se proyectan, pagadas con dinero del Estado español, imágenes irreales de un inminente Estado catalán adscrito como por ensalmo a Europa, al euro, a la OTAN y al espacio Schengen!

Qué locura! Europa diciéndoles que no en todos los idiomas oficiales; Bruselas diciendo que está hasta la coronilla de Artur Mas y su erre que erre; las multinacionales yéndose de Cataluña como refugiados sirios a los que se les ha abierto un pasillo para huir del horror; la banca internacional clausurando cuentas... Y los delincuentes políticos de ERC y CiU vociferando por la única ventanilla del tren -la de la locomotora- que en noviembre de 2014 serán un Estado independiente!!!

Por otra parte, no hay un tren que vaya en sentido contrario; ningún Presidente de Gobierno tiene potestad para cambiar la Constitución por sí solo; ningún partido. Y parece que la Oposición está por la labor de no apoyar al tándem Mas/Junqueras en ningún sentido. O sea: que no hay acción en sentido contrario; no se está trabajando para contener a los independentistas; no se están produciendo enfrentamientos explícitos con estos iluminados, sino que se les está dejando hacer sus fiestecitas, colocar sus banderitas cubanas con la color cambiada, celebrar sus tricentenarios conmemorando la Nada, anunciar la llegada de los habitantes de Andrómeda y abrir sucursales en todo el Globo como antes abrían tiendas de paños de Tarrasa. Pero no ha habido ninguna prohibición; ningún veto; ninguna coerción; ningún obstáculo. El tren del independentismo catalán corre a sus anchas por un espacio virtual, surcando un limbo político del que jamás podrán salir hasta que no choquen con la estación término de la Realidad. Y eso ocurrirá este mismo año 2014.

Porque en noviembre de este año celebrarán esa consulta ilegal; la organizarán, aunque sea con urnas de cartón, y la llevarán a cabo. Y harán toda suerte de enjuagues: hasta que los magros números que obtengan (porque no votará ni el 40% de los convocados) les permitan proclamar, contra toda evidencia de pucherazo, la independencia de Cataluña. Esto ocurrirá a la mañana siguiente del recuento de esta farsa, si no la misma noche de su celebración.

Y es entonces cuando el tren de la secesión arremeterá con su fuerza descomunal contra los topes de acero y hormigón armado de la estación término, llevándose quizás por delante el andén, las puertas de acceso al vestíbulo del Estado y casi las de salida a la calle de la Realidad. Habrá probablemente decenas de muertos; y quizás, centenares de heridos. Pero el tren se habrá detenido por fin. Y los escombros los recogerá el Estado español, como siempre.

La Autonomía catalana (pues es sólo eso: una Autonomía más de la Nación española) será suspendida. En su lugar se pondrá un Govern provisional bajo la atenta mirada del Estado español y de observadores internacionales. Mas, Junqueras y sus cómplices y acólitos serán detenidos y juzgados por graves delitos contra el Estado español, la Unión Europea y otros tratados; y sus vidas habrán entrado en una espiral de años (quizás, décadas!) visitando Juzgados y Tribunales. Cataluña caerá en una depresión económica y social sin precedentes. Y con los años, España logrará recuperarse de la catástrofe.

La estación término, que no es otra que la Constitución española (con todos sus defectos), será reparada: sus andenes volverán a abrirse a los ciudadanos; y se instalarán tiendas de souvenirs y kioskos de prensa como los que había antes del accidente. Y en los españoles quedará el mal recuerdo de un tren enloquecido que arremetió contra la Realidad: un tren gobernado por locos.

Pero jamás se hablará de un choque de trenes; porque será sólo un tren, uno sólo, el que se reviente contra los topes de la estación: el tren de los locos.