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lunes, 20 de octubre de 2014

...Había que destruir a Excalibur!!!




Primer Tranco

Todos los cooperantes españoles que resulten afectados por una enfermedad o lesión en el extranjero tienen derecho a ser repatriados urgentemente y cuentan con todas las garantías de ser atendidos y cuidados en España. Y cuando digo cooperantes, digo también misioneros y religiosos, cuya labor de ayuda en los países que padecen miseria es extraordinariamente relevante.

Esto no lo digo yo: lo dicen las Leyes españolas. Mi opinión al respecto –más bien, los matices de la misma- puede ser más o menos polémica; pero, en definitiva, asumo que, como españoles residentes en el extranjero, gozan de ese derecho y deben ser, como marca la Ley, repatriados.

En el caso del virus del ébola, la Ley no hace distingos: por muy agresivo que sea el virus y por mucho que en España, ni en el resto del mundo, no se disponga de un tratamiento que garantice la cura de esta infección mortal, los afectados por el mismo, siempre que sean españoles y que manifiesten su voluntad de ser repatriados para intentar curarse, serán traídos por el Gobierno de España con todas las medidas de seguridad posibles para el resto de la población.

Los misioneros Pajares y Viejo, ambos infectados, ambos religiosos, ambos repatriados y ambos fallecidos tenían, pues, todos los derechos a regresar a su país. Si los infectados hubieran pertenecido a las oenegés Médicos sin Fronteras, ACNUR o cualquier otra, habrían sido igualmente repatriados y tratados hasta su cura o su muerte. El riesgo para la población habría sido el mismo. Aunque me juego el cuello a que las protestas de la vergonzante izquierda (la melancólica y la extrema) no habrían tenido lugar. El hecho de que hayan sido dos religiosos ha azuzado los viejos fantasmas anticlericales de los que aún se nutre nuestra penosa izquierda española, tan obsoletos como ridículos hoy día.

La habitación del último misionero fallecido no quería recogerla ni limpiarla nadie; nadie del personal sanitario del Hospital Carlos III. Una voluntaria, Teresa Romero, de hermoso nombre español, dio un paso al frente; le pusieron un traje de astronauta en carnavales que tenía las mangas cortas; le explicaron en un cursillo acelerado -a la española: como se suelen hacer aquí las cosas- qué era lo que no debía hacer. Y veinte minutos después, convertida en una experta en gestión de crisis infecto-contagiosas, entró a recoger y limpiar la habitación en donde el misionero había muerto tras grandes padecimientos.

Teresa se tocó la cara con los guantes al quitarse el traje de astronauta. Se ve que alguna sustancia húmeda le tocó las mucosas. Y se infectó. Luego, se fue a su casa y comenzó sus vacaciones. Se empezó a sentir febril y decidió, conjuntamente con su marido, un médico, dormir aparte de éste. Por si acaso.

Como no mejoraba, fue a su médico de cabecera. No se atrevió a decir “hola, soy la auxiliar de enfermería que ha estado en contacto con el padre Viejo, recientemente muerto a causa del ébola en el Carlos III. Soy la que ha limpiado la habitación del misionero tras su muerte”. Y, claro, la médico le recetó Paracetamol y la mandó a casa. 

Teresa regresó a su hogar; pero también fue a depilarse, como si tal cosa! Y luego empezó a sentirse mucho peor. Una ambulancia la llevó de nuevo al hospital y, por fin, la ingresaron. Le hicieron los análisis y… Bingo! Tenía el ébola! Poco después, su marido, Javier Limón, médico, decide ingresarse cautelarmente.

Lo que vino después: medios de comunicación rabiosos; tuiteros alarmistas; calumniadores calumniando; políticos reprochando a políticos; y el Consejero de Sanidad (menudo pájaro!) metiendo la pata hasta las trancas y poniendo de manifiesto qué significa no haber entendido nada acerca de qué sea la Política.

La Ministra Ana Mato, tocada por la trama Gürtel –de la que aún no se ha repuesto-, balbucía datos y posibilidades; e, incapaz de establecer un Comité científico de urgencia con un experto que dirigiera toda la operación, tuvo que ser sustituida (qué vergüenza!), in media res, por la mismísima Vicepresidente del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, cuya resolución y capacidad –qué hace esta mujer en el PP?- le permitieron dar los pasos adecuados (más vale tarde que nunca!) para intentar meter la situación en cintura y que no muriera toda la población española en un mes (aunque aún no sabemos aún qué va a ocurrir en las próximas semanas).

En mitad de este argumento de película alarmista norteamericana, la Comunidad de Madrid, cuyo consejero, Javier Rodríguez (otro nombre netamente español, aunque menos hermoso), ya había manifestado toda suerte de sandeces e inconveniencias, decide entrar en la casa de Teresa Romero, en donde estaba tranquilamente Excalibur, el perro del matrimonio, al que su dueño, antes de ingresarse voluntariamente para que lo aislaran hasta que se vea si está o no infectado, le había dejado unos cubos con agua, la bañera también llena de agua y comida en abundancia. Pobre animal! La Comunidad de Madrid, como decía, decide entrar en el piso de Teresa y Javier para sacrificar al perro, sin saber si está o no infectado; sin detenerse a reflexionar si sería mejor analizarlo antes. Javier se entera y graba un vídeo con el móvil, desde su aislamiento, pidiendo que no sacrifiquen a su perro; lo publica y… arde Troya! Pérez-Reverte incendia las redes con su genial tuit: “Propongo poner el perro en observación y sacrificar a la ministra. No hay color.”

Corre la voz en Twitter y se levanta, en cuestión de minutos, una campaña espontánea que quiere evitar a toda costa el sacrificio de Excalibur: dueños de perros y gatos; animalistas (qué será eso?); buenistas y perroflautas de todo jaez se concentran a las puertas del domicilio de Teresa Romero y Javier Limón para hacer frente a los asesinos de perros enviados por la Consejería de Salud de Madrid y escoltados por los cuerpos de Seguridad. Un follón de mil demonios que se salda con unos cuantos detenidos y con Excalibur camino del ara sacrificial.

Esa misma tarde, nos enteramos por Twitter (por qué otro medio, si no?) de que han sacrificado e incinerado al pobre Excalibur. Pobrecillo! Y se monta la de Dios es Cristo en las redes! #SalvemosaExcalibur se convierte en trending topic mundial!!! Todo el planeta Tierra está pendiente del sacrificio de un perrillo de Alcorcón!!! La indignación de Occidente es total: la inoperancia española a la hora de atajar una crisis sanitaria que puede acarrear gravísimas consecuencias acaba haciendo mártir a un pobre animal doméstico al que ni siquiera se le ha hecho un simple análisis de sangre!!! Spain is different. Por desgracia. Todavía.



Segundo Tranco

Excalibur era la espada del rey Arturo, como ustedes sabrán. Una espada que, según la leyenda artúrica, estaba incrustada en un yunque, y éste en una roca de mármol. Era imposible sacarla de donde estaba. Sólo aquél que estuviera marcado por el Destino para llevar a los habitantes a unirse en una gran nación, podría arrancarla de allí.

El resto de la leyenda ya lo conocen: Arturo, que acude como escudero de su hermano Kay, olvida la espada de éste en su casa y busca una espada que la sustituya, pues Kay se ha presentado a luchar por el derecho a intentar arrancar la que está incrustada en el yunque. Inocentemente, Arturo encuentra cerca de donde se están celebrando las justas una espada clavada en una masa del bosque. La arranca sin esfuerzo y se la lleva a su hermano. De inmediato, todos reconocen que esa espada es Excalibur y obligan a Arturo a volverla a clavar y a volverla a arrancar de allí, cosa que vuelve a hacer ante los atónitos ojos de todos.

Lo proclaman rey, aunque algunos señores feudales se niegan a reconocerlo como tal. Arturo, entonces, comienza una serie de guerras locales y acaba con la resistencia de los nobles levantiscos, consiguiendo así unificar el Reino y establecer leyes y normas que darán origen a muchos años de paz y prosperidad.

Hasta aquí, la leyenda. Por descontado, los historiadores están divididos: unos creen que es sólo una leyenda; otros, hablan de un tal Artorius, un general romano establecido en Britania que comandaba un ejército sármata; algunos dicen que era un tal Gowind no-sé-cuántos, un rey del siglo II d.C., conocido por su arrojo y su inteligencia en el combate como Arth-gur (el hombre-oso); este Arth-gur existió realmente y realizó gestas memorables. En cualquier caso, lo que me interesa no es la documentación historiográfica (siendo apasionante, que lo es!), sino el significado de Arturo y de su Excalibur.

El rey Arturo representa el primer intento serio del pueblo que actualmente conocemos como inglés (británico, más exactamente) para unificar un gran territorio que caminaba lleno de conflictos, dotarlo de Leyes y articularlo como una Nación; una Nación en la que tuvieron cabida los britanos, los anglos, los sajones, los jutos, y en menor medida los celtas y los latinos; y todo esto mucho antes de que los invadieran los normandos, ya en el siglo XI.

Arturo es la voluntad conciliadora; la inteligencia unificadora que desprecia lo inútil de las guerras intestinas que a nada llevan más que a la parálisis económica y social. Arturo arranca la espada Excalibur como quien arranca el inmovilismo y la pereza social de todo un pueblo para blandirla como espuela que aguijonee la propia estima como Nación. Arturo sobrepasa los rencores locales, las luchas feudales caprichosas e insufla en sus súbditos el espíritu de la Ley, que a todos iguala. La Mesa Redonda no es más –ni menos- que el símbolo de la voluntad del líder de vivir entre iguales a costa de otorgar derechos a sus contemporáneos. Un escándalo!

Excalibur es la herramienta que simboliza la Auctoritas; la espada mágica que contiene la energía vital capaz de dotar de contenido a un pueblo, de unificar y articular las diversas culturas del momento en aras de un espíritu común. Cuando Arturo perdió su espada, el Reino cayó en la Oscuridad. Es decir: una vez perdida la Auctoritas, comienza a hacerse uso de la Potestas, que, en mi opinión, es sinónimo de Caos.

Tercer Tranco

La situación que vive España, mi nación, se sostiene porque desde hace tiempo, mal que bien, pertenecemos y estamos ligados con hilos invisibles a un concepto superior que es Europa. De no ser así; de haber permanecido con moneda propia –la peseta!- y sin los derechos y obligaciones que se derivan de compartir destinos políticos con esa idea compleja y de difícil realización que es la Comunidad Europea, la situación que vive España en estos momentos habría ya estallado en forma de una nueva guerra civil u otro conflicto de graves consecuencias para todos.

Porque lo que ocurre en España, mi país, es de una gravedad y una complejidad que a cualquier observador internacional le hace llevarse las manos a la cabeza: un Estado que contiene 17 mini-Estados con toda su parafernalia y todo su gasto; éstos, a su vez, llevan 30 años manejando el dinero público a oscuras y sin posibilidad de vigilancia ni control alguno. Muchas de estas 17 repúblicas monárquicas (porque ésta es la situación, por muy absurda que parezca) han construido y mantienen una Administración paralela a través de la cual financian el partido político que gobierna dicha región y, merced a la ausencia absoluta de control del gasto público (la Administración paralela no tiene funcionarios, sino contratados arbitrariamente elegidos!), se llevan enriqueciendo políticos, altos cargos, directivos, sindicalistas, alcaldes, diputados, etc. desde hace nada menos que tres décadas! …El pueblo, mientras, ve fútbol.

La Justicia, durante estas tres décadas (la Treintena Negra, como yo la llamo), ha vuelto la cara hacia otro sitio por la sencilla razón de que hay jueces del Tercer y Cuarto turnos (nadie me pregunte qué narices significa eso!) que han accedido a la Judicatura no por oposición, sino por designación. Por designación… de los partidos políticos!!! Se deben, pues, a éstos! Al igual que las Cajas de Ahorro, que fueron pobladas y gestionadas por políticos de carné; en todas las Comunidades Autónomas. En todas! Y han arruinado, con su interesada gestión, a los españoles. Nos han llevado a la quiebra como país.

Los casos de corrupción son innumerables, infinitos; las cifras de lo que nos han robado a los españoles son astronómicas! Los medios de comunicación, subvencionados (cuando no directamente comprados!) por grupos mediáticos nacidos en el seno de los grandes partidos, pasan de puntillas ante cadáveres calcinados y hediondos sin mencionarlos.

Mientras tanto, la superioridad de la raza catalana es expresada en innumerables demostraciones de capacidad organizativa; la amenaza de secesión comienza a ser un hecho: el Gobierno de Cataluña, financiado por el Estado español, crea una novísima Historia de España, difunde un eslogan exitoso (Espanya ens roba) y concentra todas sus fuerzas institucionales y mediáticas (pagadas con el dinero de mis impuestos) en proclamarse víctima y sentirse superior, simultáneamente: la misma estrategia que puso en práctica Adolf Hitler; sólo que éste sí se basaba en el penoso trato que habían recibido los alemanes tras el ominoso Tratado de Versalles, mientras que los nacionalistas catalanes fundamentan toda su animadversión en una Realidad Paralela que jamás existió.

Con una falsa Democracia, que no permite una verdadera representatividad del ciudadano; con una Ley Electoral que castiga al español medio y favorece al votante nacionalista; con una Constitución que, única en el mundo, establece marcadas diferencias entre españoles (el Fuero Navarro; la singularidad catalana; el Concierto vasco); con una Ley de Partidos que blinda a éstos contra cualquier intento de instauración de una verdadera Democracia; con un Tribunal Constitucional que ha atentado contra la unidad de España en numerosas ocasiones; con una Justicia que sistemáticamente protege a los ladrones de cuello duro; con unos bancos que, pese a haber sido rescatados una y otra vez con el dinero de todos, siguen sin dar crédito a los emprendedores; con una izquierda enferma que presenta como lo más cool del momento a unos discapacitados políticos que babean ante la figura hinchada de Hugo Chávez; con una derecha en cuclillas en un rincón, preguntándose entre balanceos insanos quién soy, quién soy; con unos nazis disfrazados de guays cuyo fuero interno grita yo soy catalán y por lo tanto soy superior a ti; con unas instituciones vascas, pagadas por todos los españoles, que sienta en los escaños de su Parlamento a etarras mal reciclados; y, enfín, con un Gobierno estupefacto que se pregunta cada día para qué sirve la mayoría absoluta, aparece el virus del ébola en Madrid y al lumbreras de turno no se le ocurre otra cosa que sacrificar a un pobre perro. Sin analizarlo. Sin mediar palabra. Sin piedad. Sin explicaciones.


Tranco Final

Quién arrancará la espada Excalibur del yunque opresivo que conforma la estructura partidista y partitocrática española? Qué Arturo luminoso y certero podrá blandir a Excalibur para traer a los españoles una nueva Ley Electoral? Qué nuevo Artorius podrá abrir un proceso constituyente del que resulte una joven Constitución que separe definitivamente los poderes y arranque de sus entrañas los privilegios supuestamente históricos como se arrancó el derecho de pernada?

España necesita un nuevo Arturo que acabe con los nobles levantiscos, con los nacionalismos, con las miserias regionales, con la corrupción que emana inevitablemente de la ausencia absoluta de separación de Poderes; un líder político que comprenda que la instauración del control entre los diferentes Poderes garantiza la limpieza en las Instituciones. España necesita entender que la desconfianza es el concepto sobre el que se sustenta la verdadera Democracia, que aún no conocemos! Los españoles tienen que volver a encontrarse con su Nación; y no porque ésta haya sido la más extensa y poderosa del Orbe en su momento, sino porque tienen derecho a sentirse españoles, como los franceses se sienten franceses y los norteamericanos, norteamericanos.

Pero, de momento, no sólo no aparece en el horizonte figura alguna comparable a la de Arturo, sino que nuestros miserables políticos, nuestros políticos pequeños han entrado como una horda de bárbaros en el bosque, y como su incompetencia manifiesta no les ha permitido arrancar la espada Excalibur, la han rociado con gasolina y la han calcinado.

La supervivencia de todos éstos se basa en que no haya una Excalibur que blandir, ni un Arturo que la arranque de la piedra! Que hayan sacrificado a ese pobre perro sin dar tiempo a análisis alguno no sólo constituye un acto de despotismo sin precedentes (un perro es un miembro de la familia), sino que establece una curiosa sincronicidad: había que destruir a Excalibur como fuera!


Eduardo Maestre


Jerez de la Frontera.
12 de Octubre de 2014. 
Día de la Hispanidad.