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lunes, 4 de junio de 2012

Ni Iglesia, ni mar, ni Casa Real.

En el siglo XVI ya era costumbre entre los españoles decir que, en España, había sólo tres vías por las que llegar, si no a hacer fortuna, al menos a huir del hambre: "Iglesia, o mar, o Casa Real". Es decir: o uno entraba por el sacerdocio a vivir del estipendio eclesiástico, del que la mayoría de los que lo intentaban no superarían jamás el rango de sacerdote raso, quedando los obispos, arzobispos, prelados y cardenales sólo para aquéllos cuyo linaje fuera aristocrático; o se hacía a la mar como grumete aspirante a conseguir la propia mercadería, pasando calamidades y penurias, sorteando piratas, turcos y demás morralla marinera hasta acabar estableciéndose como comerciante; o entraba a servir al Rey como soldado, sufriendo tardanza en las pagas, incomodidades y enfermedades, si no la muerte; porque servir al Rey en su propia casa, siendo camarero o secretario, estaba vedado a quienes no fueran, como poco, condes.

Lo dice Cervantes en la Primera Parte de Don Quijote, por boca del Cautivo, uno de los personajes que alargan -más que ensanchan- con su peripecia personal la divina novela: Iglesia, o mar, o Casa Real. Y esto lo dice Cervantes en 1605! Es decir: aún no había llegado con toda su crudeza el declive económico y social español! Tendrían que transcurrir más de 50 años para que la poderosa influencia del Imperio hispano quedara barrida de la faz de Europa.
Aún así, a los machacados españoles de 1660, con todo su espanto a cuestas, aún les quedaban tres salidas para huir del hambre: la carrera eclesiástica, la mercadería de ultramar -pirarse a las Indias Occidentales- o servir al Rey.

 Pero qué nos queda a nosotros? Qué alma de Dios (y nunca mejor dicho) querrá abrazar hoy la carrera eclesiástica, cuando a los curas de pueblo casi no les da el mísero sueldo para comer? Quién querrá estudiar años y años de Teología para luego tener que competir con las oenegés, cuyos miembros, además de estar mejor vistos, disfrutan libremente de los placeres del sexo? Quién quiere hoy día dedicarse al Comercio? Viendo cómo las empresas pequeñas han sucumbido, las pocas medianas que quedan agonizan y hasta las grandes chapalean en un lodo financiero inexplicable, quién se atreverá a hacerse empresario en esta España teledirigida desde el Norte de Europa? Y no hablemos ya de la Casa Real! Suponiendo que no se instaure la República de aquí a dos años (bastará con que el Rey diga alguna inconveniencia para que se le quiera linchar definitivamente), quién querrá servirle? O, traduciendo y adaptando la frase manierista: quién querrá alistarse al Ejército español? Un ejército constituido prácticamente por inmigrantes suramericanos ante cuya visión en formación entran ganas de gritar, como Trillo, "Viva Honduras!" Un ejército al que Zapatero descafeinó para hacernos creer que en sus jeeps llevaban los mundos de Yupi allá donde fueran; un ejército mal pagado que, con estos recortes definitivos que se avecinan, empezarán a pensarse para qué me metí yo aquí?

Busco y rebusco y no acierto a encontrar qué alternativas actualizadas nos quedan a los españoles para dar la espalda al hambre que se nos avecina, que ya está aquí en cientos de miles de hogares. Qué otras salidas? Quizás el pequeño mercado por internet, que consiste en menudeo: ventas personalizadas de productos manufacturados por uno mismo. O bien, meter los arreos en dos maletas e irse de España a cualquier otro país. O multiplicarse y hacer pequeños trabajos que den poco dinero, pero muy variados: llevarles las maletas a los turistas; servir copas; pescar barbos en el Guadalquivir; limpiar la candelería de las Hermandades a tanto el candelabro.

Para mí, que además de español soy andaluz y de Sevilla (la ciudad del paro y del orgullo); que, para más inri, soy músico y ando herido con el estigma del interino, lo que me queda es fabricarme un aleluya de cartón e irme por los caminos recitando coplas de ciego a cambio de un guiso recalentado.
Y Dios quiera que no me asalten los maleantes! Porque ésta va a ser la peor época de la Historia de España: mucho peor que la de la Decadencia a la que nos llevaron los tres Felipes (II, III y IV); para colmo, nuestro próximo rey será otro Felipe!

Qué panorama! Enormes, las semejanzas con el Siglo XVII. Sólo que, en esta ocasión, a los españoles no nos quedan ni Iglesia, ni mar, ni Casa Real.

Vale.


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Gracias, lector o lectora.

4 comentarios:

  1. Y además, que así es. Menos mal que, de momento, vino sigue habiendo...

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  2. Y además, que así es. Menos mal que, de momento, vino sigue habiendo...

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  3. Qué verdades como puños y como cátedrales se nos revelan en esta disertación. Esperemos que no sea el vaticinio de algo malo o peor, por lo de los tres Felipes y que con el cuarto que viene en camino, ojalá sea la excepción que confirme la regla y nos saque de este lodazal que no tiene orilla ni recodo donde descansar, para poder coger fuerzas para encontrar la solución a lo que tenemos y a lo que se nos echará encima.

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  4. Yo soy profe de ESO, de valenciano. En Valencia a las Aleluyas se les llama Aucas y me he hecho gracia porque a mis alumnos de 1º les enseño cómo se hacen y, al menos, hacen una cada uno. Pues como se ponga de moda..... Es que cuando hablo con los padres de los más mayores me dicen que andan desmotivados.... ¡¡¡Como para motivarlos!!! A mí se me acaban las ideas, pero espero que mis niños aprendan de esto y sepan vivir de otra manera, que busquen sus valores no en lo que ha constituido últimamente el fundamento de nuestro país, que defiendan sus creencias con orgullo, que sean buenas personas.... Ah, pero así ya éramos nosotros, ¿no? Queda mucho por hacer. No podemos dejar que nos convenzan de que es culpa nuestra. No lo es. Que lo paguen.

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