Número de atrevidos lectores:

martes, 14 de abril de 2009

Doce latigazos.

A los forasteros que atentaban contra la vida o hacienda de los de la tribu, se les declaraba la guerra; a aquéllos que, dentro de la propia tribu, robaban o mataban a sus convecinos, se les castigaba públicamente. No sólo por resarcir, de alguna manera, el daño que habían cometido; sino -y sobre todo- como acto ejemplificador de una proposición: "el que la hace, la paga". De este modo, se evitaba que todos los demás miembros de la tribu pudieran repetir los mismos desmanes. Hasta hoy, no se ha encontrado una vacuna mejor para que el organismo social pueda sobrevivir y desarrollarse constructivamente.

Sin embargo, y después de casi un año oyendo hablar a diario de la crisis económica internacional, no veo por ninguna parte que se haya castigado de manera ejemplar a ninguno de los múltiples responsables de la misma. Y eso que todos sabemos quiénes han sido los agentes que han reventado la economía mundial; y la española, en particular. Los gobiernos lo saben. Lo sabemos los ciudadanos. Sin embargo, ahí están los responsables, paseándose libremente en sus automóviles de lujo, haciendo declaraciones públicas sin un ápice de arrepentimiento. Ni siquiera han pedido perdón.

Los banqueros, los constructores, los brokers, los políticos encargados de velar por la buena administración de los bienes del Estado: ésos son los delincuentes. No he visto hasta ahora que encarcelen a ninguno; ni siquiera que se les procese; o al menos que se les avergüence públicamente. Nada: han salido indemnes; sin un rasguño. Es más: el Estado les ha inyectado decenas de miles de millones de euros, en premio a la extraordinaria frivolidad de la que han hecho gala en estos últimos años. ¿Alguien ha visto castigar siquiera a uno de estos irresponsables?

Comprendo que el equilibrio financiero sea tan delicado como para que no puedan entrar los Gobiernos a saco y desmembrar el conglomerado de empresas financieras que se sustentan unas a otras y se adhieren como pólipos a nuestra realidad cotidiana. Lo comprendo; con dificultad, pero puedo hacerme una idea.

Sin embargo, debería aplicarse la costumbre ejemplificadora que tenemos desde tiempos inmemoriales en todas las tribus del planeta y que advierte a los demás de que quien la hace la paga. Hay muchas formas de hacerlo. Incluso ni siquiera es necesario encarcelar a tanta chusma de corbata: nos seguiría saliendo carísimo mantenerlos en la cárcel.

Muchos nos conformaríamos con ver cómo se les aplican una docena de latigazos en la espalda. No sé: elegir un par de banqueros, cinco constructores, tres brokers y dos políticos; y, tras una extensa campaña publicitaria en televisión, retransmitir en directo desde alguna plaza pública de Castilla-León (siempre impone más solemnidad lo castellano, en cuestión de escarmientos), para ejemplo de los ciudadanos y como símbolo de que no todo vale, el público castigo.

Una docena de latigazos a cada uno. Y bien dados.

1 comentario:

  1. Pepin, Sanlúcar de Barrameda

    Algunas reflexiones, que no son mías, por supuesto, son de mi gemelo.

    La vorágine del mundo de hoy, en todas sus facetas, me da que pensar de que yo no sufro de locura... la disfruto a cada minuto.

    Cuando nacemos estamos desnudos, húmedos y hambrientos, después la cosa empeora.

    Un día leí que fumar era malo y dejé de fumar. Un día leí que beber era malo y dejé de beber. Un día leí que follar era malo y dejé de leer. Ahora todo el mundo escribe, igual, yo tampoco lo hago.

    Me dijeron, no hace mucho, que hay un mundo mejor ¡Pero es muy caro!. Entendí que no debía tomarme la vida en serio, al fin y al cabo no saldré vivo de ella, creo, bueno, se que nadie. No voy yo a ser el único. Además, no conozco a nadie que lo haya hecho.

    Estoy harto de las noticias, y de los programas ¿rosas?, la rosa tiene espinas y la tele no para de lanzármelas. Los telediarios y los periódicos siempre me han parecido que más que dar noticias, nos dan la crónica de sucesos, total creo que todo es cíclico, volvimos a “EL CASO”, un emblema del periodismo. Antes, la mierda –sobre todo de los políticos- estaban tapadas, ahora se destapan, y que peste dan.
    Ante todo esto, pienso que es mejor que nos gobiernen las prostitutas porque estamos cansados que nos gobiernen sus hijos, sobre todo, en estos tiempos se necesita mucho ingenio para cometer un pecado original.

    Como se puede apreciar, la inteligencia me persigue, pero no llega a alcanzarme, yo soy más rápido.

    ¡Bueno!, estoy de vacaciones, porque aunque de mucho trabajar no se murió nadie... pero por las dudas, mejor no arriesgarse.

    Un Consejo: No deje para mañana lo que puede evitar definitivamente

    Solo los genios somos modestos, que le voy a hacer.

    Hasta la vista, si es que ves.

    ResponderEliminar