lunes, 7 de abril de 2014
Los hilos, sí; la marioneta, no!
No grabo vídeos desde hace cinco meses por prescripción facultativa; esto es: que mi médico me prohibió grabarlos para que no me fuera al otro barrio de una subida de tensión. Le hice caso, claro! Pero últimamente me rondan de nuevo los demonios y me entran ganas de ponerme ante la cámara para hablar de algunos asuntos de la actualidad política que claman al Cielo y requerirían un comentario algo más profundo que el que por desgracia solemos leer y escuchar en los periódicos o en las tertulias radiofónicas y televisivas, llenas de lugares comunes y corrección política estomagante; a veces, verdaderos insultos a la inteligencia de algunos de nosotros; la mayoría de las ocasiones, de un sopor y una previsibilidad insufribles.
Uno se pregunta si no hay en España más que uno o dos comentaristas interesantes, capaces de levantar la costra de la noticia y hundir los dedos en la masa pegajosa del asunto para extraer el corazón del hecho noticioso y mostrarlo a los ciudadanos aún palpitante y sanguinolento! Y si no el corazón, al menos un hígado graso, un páncreas húmedo o un pulmón aún henchido! O un bazo! Qué menos que un bazo!
Pero no; todos los medios de comunicación se quedan como la liebre ante los faros del coche que la va a atropellar: paralizados; hipnotizados; extáticos. En alguna tertulia, ocasionalmente, algún comentarista roza el análisis y rasca un poco la corteza de la noticia para presentar facetas que nadie más presenta. Por desgracia, no es lo habitual. Por ello, las noticias -cuyo número es abrumador en España, hoy- se quedan en una sucesión de hechos inexplicados, y dejan a los ciudadanos contemplando una historia sin reflexión: una historia sin Historia.
Mariano Rajoy, Presidente del Gobierno español, no acaba de nombrar candidato para las elecciones europeas; no se decide; no acierta; no quiere; se retuerce panza arriba lanzando zarpazos de silencio olímpico, ese silencio sideral que Rajoy alimenta como el que alimenta a su kéfir.
Por más que los medios presionan; por más que la solitaria Elena Valenciano, esa estadista que quiere convertir Europa en una nueva Andalucía (Abderramán nos asista!) quiera zurrarse la badana con un contrincante del PP, no hay modo: Rajoy la mantiene hibernada, congelada en el Tiempo; el barbudo de Santiago la ha convertido, a fuerza de ausencias, en una Atenea que dispara flechas a la oscuridad. La candidata socialista es una novia plantada el el altar de la campaña, el verso anhelante de un pareado fallido, un manantial de soledades gongorinas.
Pero ni los periodistas, ni los políticos de la Oposición, ni los comentaristas -paniaguados o no- de las tertulias pasan en sus comentarios más allá de la sorpresa, de la indignación o de la tendencia insufrible a dar consejos que, al cabo, son brindis al sol. Nada; ni uno de ellos le mete mano a lo que oculta esta situación aparentemente anómala: que la campaña de las europeas hace semanas que comenzó y que el partido que gobierna en España (y con mayoría absoluta!) aún no ha designado al candidato.
En mi opinión, la Democracia en España no existe; no ha existido nunca. Y si existe, es una Democracia discapacitada; es decir: que cumple deficientemente las funciones normales que deberían exigirse a un sistema democrático. Ni los diputados emergen de modo natural de su Distrito; ni pueden ser revocados por sus electores en caso de que incumplan aquello por lo que fueron elegidos por éstos; ni los votos de los ciudadanos valen igual (véanse la abultada presencia de los representantes nacionalistas); ni las distintas regiones que constituyen el Estado gozan de los mismos privilegios (véanse el Fuero navarro y el Concierto vasco); ni los Fiscales de Distrito son elegidos por los ciudadanos; ni existe separación alguna (ni siquiera por cuestiones estéticas!) entre el Poder Legislativo y el Ejecutivo; y no hablemos ya de la inexistente independencia del Poder Judicial!
La gente que últimamente habla en voz alta (que no es poca, aunque no se saque nada en claro) pide a gritos listas abiertas. Pero qué son listas abiertas? Para qué, listas abiertas? De nada nos sirven estas listas si las siguen confeccionando las modistillas en los talleres asmáticos que hay en las trastiendas de cada partido político!
Otra cuestión sería que se eligiera un Diputado por cada 100.000 habitantes! Como en Yankilandia! O que pudiéramos elegir un Presidente y permitiéramos a éste elaborar su propio y meditado Equipo de Gobierno! Pero eso no va a ocurrir, de momento; porque para ello habría que modificar a fondo la Constitución; abrir un proceso constituyente de tomo y lomo en el que los actuales partidos y el propio sistema partitocrático, tras beber el sake y componer su poema de despedida, se hicieran el harakiri por el bien de la ciudadanía. Pero -insisto- esto no va a ocurrir!
Es, por lo tanto, de tal magnitud el poder acumulado por los partidos políticos; llega a tantos niveles sociales, económicos, antropológicos y políticos su capacidad de articular la Realidad que ya no les hace falta siquiera un candidato, una persona de carne y hueso en la que depositar el sumatorio de voluntades programáticas del partido! Hemos transitado, de modo imperceptible, del héroe que capitaneaba las batallas, del Enrique V del día de San Crispín ("Nos, pocos; nos, felices pocos...") a la ausencia de líder!
Ya sabíamos que los candidatos presentados por los partidos como mascarón de proa hace décadas que no están ahí por méritos propios; bástenos recordar el carisma de elementos como Zapatero, Aznar, Chaves, Griñán, Montilla, Zaplana, el propio Rajoy, la inefable Susana Díaz... Entre todos ellos, y capturándolos en el mejor y más inspirado día de su vida política, no llegarían a destilar ni una gota de carisma y capacidad de modificar el curso de la Historia! Gente sin genio, sin la personalidad arrebatadora que debería exigírsele a un líder de masas al que, al fin y al cabo, se le entrega nada menos que la posibilidad de cambiar el curso de nuestras vidas!
Lo sabemos. Somos conscientes de que los candidatos que presentan los distintos partidos suelen ser gentecilla de la cuerda, medradores que llevan esperando años, hombres y mujeres con una asombrosa capacidad para doblar la espalda en reverencias apasionadas ante el apparatchik de su partido mientras que, paradójicamente, muestran una inflexibilidad marmórea ante los devaneos cuánticos de una Realidad cada vez más compleja.
Sabemos que casi ninguno de estos candidatos salidos del vientre del partido ofrece nunca un perfil decidido, valiente, arrojado, comunicativo y contundente. Lo sabemos. Pero, al menos -y hasta ahora-, todos los partidos habían tenido la delicadeza de presentar sus candidatos para, así, mantener en los ciudadanos la ilusión óptica de que elegíamos una personalidad concreta, con sus aciertos y errores.
Sin embargo, ya no hace falta concurrir a unas elecciones presentando un candidato! Ya, a las claras y sin tapujos, un partido, el Partido Popular, abriendo brecha en las costumbres y abanderando con claridad una actitud descarnada y de crudísimo mensaje ha decidido poner las cartas sobre la mesa y comenzar una campaña tan trascendental como lo es la de las elecciones europeas (en donde sí que nos jugamos los cuartos!) dejando claro que da lo mismo quién sea su representante, pues en ningún caso éste va a tomar iniciativa alguna que no esté dictada desde dentro de su partido.
Éramos conscientes de que se habían acabado los líderes. Pero nadie aún había dejado tan a las claras esta espantosa realidad. El Partido Popular, a través de Mariano Rajoy, ha firmado el Acta de Defunción del líder político. Ninguno de sus miembros más destacados (Cospedal, Sáenz de Santamaría, Arenas, Fons, Floriano, etc.) ha abierto el pico instando al Presidente a nombrar ya al Elegido, siquiera sea por cuestiones estéticas! Todos se callan.
Y lo que es peor: también calla la Oposición! Y cuando afirmo que los socialistas callan no lo digo porque no critiquen la ausencia de candidato al que atacar y descalificar, sino porque la crítica que hacen es a la demora en la designación, no a la barbaridad que supone que, sin candidato aún, ya haya comenzado la campaña. No he escuchado a ningún socialista (ni comunista, ni de UPyD, ni a nadie!) denunciar que el sistema de partidos encriptados permita concurrir a una lid electoral sin haber quintaesenciado en la persona física de alguien las voluntades políticas que se recogen en un programa político! Porque denunciar tal situación (inédita, que yo sepa) significaría denunciar al propio sistema partitocrático que nos inunda a todos.
De manera que hasta es posible que el PP gane las elecciones europeas haciendo una campaña sin candidato; y altamente probable que Rajoy lleve hasta el límite el suspense hitchcockiano que ha logrado con su silencio cósmico; y que, habiendo creado una expectativa sin precedentes, logre dar una gran publicidad a su candidato cuando por fin lo nombre, haciendo de éste un Mesías involuntario, alguien que, sin necesidad de decir nada interesante, arrase en las elecciones y se lleve por delante a una Elena Valenciano que se quedará para vestir santos socialdemócratas.
La gente es así! El Pueblo vota a cabezazos! Y en este teatrito electoral, por vez primera tenemos no un títere sin cabeza, sino una cabeza sin títere; Rajoy y su aparato sólo nos permiten ver los hilos, pero no la marioneta, dejando claro que a nadie interesa ya una personalidad carismática, un hombre libre, un carácter independiente y emprendedor. A nadie interesa ya un Enrique V, un Cid Campeador, un Cavour, un Bismarck, un Churchill. Mientras menos carácter tenga el hombrecillo, mejor para el Partido! Y si es posible que el candidato sea el Hombre Invisible, tanto mejor! Así queda claro, de una vez por todas, que los candidatos que nos presentan, todos sin excepción, no representan a ciudadano alguno.
Por fin lo han dejado claro: lo esencial no es la marioneta, sino los hilos que la mueven.
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