Primer Tranco
Todos
los cooperantes españoles que resulten afectados por una enfermedad o lesión en
el extranjero tienen derecho a ser repatriados urgentemente y cuentan con todas
las garantías de ser atendidos y cuidados en España. Y cuando digo cooperantes,
digo también misioneros y religiosos, cuya labor de ayuda en los países que
padecen miseria es extraordinariamente relevante.
Esto
no lo digo yo: lo dicen las Leyes españolas. Mi opinión al respecto –más bien,
los matices de la misma- puede ser más o menos polémica; pero, en definitiva,
asumo que, como españoles residentes en el extranjero, gozan de ese derecho y
deben ser, como marca la Ley, repatriados.
En
el caso del virus del ébola, la Ley no hace distingos: por muy agresivo que sea
el virus y por mucho que en España, ni en el resto del mundo, no se disponga de
un tratamiento que garantice la cura de esta infección mortal, los afectados
por el mismo, siempre que sean españoles y que manifiesten su voluntad de ser
repatriados para intentar curarse, serán traídos por el Gobierno de España con
todas las medidas de seguridad posibles para el resto de la población.
Los
misioneros Pajares y Viejo, ambos infectados, ambos religiosos, ambos
repatriados y ambos fallecidos tenían, pues, todos los derechos a regresar a su
país. Si los infectados hubieran pertenecido a las oenegés Médicos sin Fronteras, ACNUR o cualquier otra, habrían sido
igualmente repatriados y tratados hasta su cura o su muerte. El riesgo para la
población habría sido el mismo. Aunque me juego el cuello a que las protestas de
la vergonzante izquierda (la melancólica y la extrema) no habrían tenido lugar.
El hecho de que hayan sido dos religiosos ha azuzado los viejos fantasmas
anticlericales de los que aún se nutre nuestra penosa izquierda española, tan
obsoletos como ridículos hoy día.
La
habitación del último misionero fallecido no quería recogerla ni limpiarla
nadie; nadie del personal sanitario del Hospital Carlos III. Una voluntaria,
Teresa Romero, de hermoso nombre español, dio un paso al frente; le pusieron un
traje de astronauta en carnavales que tenía las mangas cortas; le explicaron en
un cursillo acelerado -a la española:
como se suelen hacer aquí las cosas- qué era lo que no debía hacer. Y veinte
minutos después, convertida en una experta en gestión de crisis
infecto-contagiosas, entró a recoger y limpiar la habitación en donde el misionero
había muerto tras grandes padecimientos.
Teresa
se tocó la cara con los guantes al quitarse el traje de astronauta. Se ve que
alguna sustancia húmeda le tocó las mucosas. Y se infectó. Luego, se fue a su
casa y comenzó sus vacaciones. Se empezó a sentir febril y decidió,
conjuntamente con su marido, un médico, dormir aparte de éste. Por si acaso.
Como
no mejoraba, fue a su médico de cabecera. No se atrevió a decir “hola, soy la
auxiliar de enfermería que ha estado en contacto con el padre Viejo, recientemente
muerto a causa del ébola en el Carlos III. Soy la que ha limpiado la habitación
del misionero tras su muerte”. Y, claro, la médico le recetó Paracetamol y la
mandó a casa.
Teresa regresó a su hogar; pero también fue a depilarse, como si
tal cosa! Y luego empezó a sentirse mucho peor. Una ambulancia la llevó de
nuevo al hospital y, por fin, la ingresaron. Le hicieron los análisis y… Bingo!
Tenía el ébola! Poco después, su marido, Javier Limón, médico, decide
ingresarse cautelarmente.
Lo
que vino después: medios de comunicación rabiosos; tuiteros alarmistas;
calumniadores calumniando; políticos reprochando a políticos; y el Consejero de
Sanidad (menudo pájaro!) metiendo la pata hasta las trancas y poniendo de
manifiesto qué significa no haber entendido nada acerca de qué sea la Política.
La
Ministra Ana Mato, tocada por la trama Gürtel –de la que aún no se ha
repuesto-, balbucía datos y posibilidades; e, incapaz de establecer un Comité
científico de urgencia con un experto que dirigiera toda la operación, tuvo que
ser sustituida (qué vergüenza!), in media
res, por la mismísima Vicepresidente del Gobierno, Soraya Sáenz de
Santamaría, cuya resolución y capacidad –qué hace esta mujer en el PP?- le
permitieron dar los pasos adecuados (más vale tarde que nunca!) para intentar
meter la situación en cintura y que no muriera toda la población española en un
mes (aunque aún no sabemos aún qué va a ocurrir en las próximas semanas).
En
mitad de este argumento de película alarmista norteamericana, la Comunidad de
Madrid, cuyo consejero, Javier Rodríguez (otro nombre netamente español, aunque
menos hermoso), ya había manifestado toda suerte de sandeces e inconveniencias,
decide entrar en la casa de Teresa Romero, en donde estaba tranquilamente
Excalibur, el perro del matrimonio, al que su dueño, antes de ingresarse
voluntariamente para que lo aislaran hasta que se vea si está o no infectado,
le había dejado unos cubos con agua, la bañera también llena de agua y comida
en abundancia. Pobre animal! La Comunidad de Madrid, como decía, decide entrar
en el piso de Teresa y Javier para sacrificar al perro, sin saber si está o no
infectado; sin detenerse a reflexionar si sería mejor analizarlo antes. Javier
se entera y graba un vídeo con el móvil, desde su aislamiento, pidiendo que no
sacrifiquen a su perro; lo publica y… arde Troya! Pérez-Reverte incendia las
redes con su genial tuit: “Propongo poner
el perro en observación y sacrificar a la ministra. No hay color.”
Corre
la voz en Twitter y se levanta, en cuestión de minutos, una campaña espontánea que
quiere evitar a toda costa el sacrificio de Excalibur: dueños de perros y gatos;
animalistas (qué será eso?); buenistas y perroflautas de todo jaez se
concentran a las puertas del domicilio de Teresa Romero y Javier Limón para
hacer frente a los asesinos de perros
enviados por la Consejería de Salud de Madrid y escoltados por los cuerpos de
Seguridad. Un follón de mil demonios que se salda con unos cuantos detenidos y
con Excalibur camino del ara sacrificial.
Esa
misma tarde, nos enteramos por Twitter (por qué otro medio, si no?) de que han
sacrificado e incinerado al pobre Excalibur. Pobrecillo! Y se monta la de Dios
es Cristo en las redes! #SalvemosaExcalibur
se convierte en trending topic
mundial!!! Todo el planeta Tierra está pendiente del sacrificio de un perrillo
de Alcorcón!!! La indignación de Occidente es total: la inoperancia española a
la hora de atajar una crisis sanitaria que puede acarrear gravísimas
consecuencias acaba haciendo mártir a un pobre animal doméstico al que ni
siquiera se le ha hecho un simple análisis de sangre!!! Spain is different. Por desgracia. Todavía.
Segundo Tranco
Excalibur era la espada del rey Arturo, como
ustedes sabrán. Una espada que, según la leyenda artúrica, estaba incrustada en
un yunque, y éste en una roca de mármol. Era imposible sacarla de donde estaba.
Sólo aquél que estuviera marcado por el Destino para llevar a los habitantes a
unirse en una gran nación, podría arrancarla de allí.
El
resto de la leyenda ya lo conocen: Arturo, que acude como escudero de su
hermano Kay, olvida la espada de éste en su casa y busca una espada que la
sustituya, pues Kay se ha presentado a luchar por el derecho a intentar
arrancar la que está incrustada en el yunque. Inocentemente, Arturo encuentra
cerca de donde se están celebrando las justas una espada clavada en una masa
del bosque. La arranca sin esfuerzo y se la lleva a su hermano. De inmediato,
todos reconocen que esa espada es Excalibur
y obligan a Arturo a volverla a clavar y a volverla a arrancar de allí, cosa
que vuelve a hacer ante los atónitos ojos de todos.
Lo
proclaman rey, aunque algunos señores feudales se niegan a reconocerlo como
tal. Arturo, entonces, comienza una serie de guerras locales y acaba con la
resistencia de los nobles levantiscos, consiguiendo así unificar el Reino y
establecer leyes y normas que darán origen a muchos años de paz y prosperidad.
Hasta
aquí, la leyenda. Por descontado, los historiadores están divididos: unos creen
que es sólo una leyenda; otros, hablan de un tal Artorius, un general romano establecido en Britania que comandaba
un ejército sármata; algunos dicen que era un tal Gowind no-sé-cuántos, un rey
del siglo II d.C., conocido por su arrojo y su inteligencia en el combate como Arth-gur (el hombre-oso); este Arth-gur existió realmente y realizó
gestas memorables. En cualquier caso, lo que me interesa no es la documentación
historiográfica (siendo apasionante, que lo es!), sino el significado de Arturo
y de su Excalibur.
El
rey Arturo representa el primer intento serio del pueblo que actualmente
conocemos como inglés (británico, más exactamente) para unificar un gran
territorio que caminaba lleno de conflictos, dotarlo de Leyes y articularlo
como una Nación; una Nación en la que tuvieron cabida los britanos, los anglos,
los sajones, los jutos, y en menor medida los celtas y los latinos; y todo esto
mucho antes de que los invadieran los normandos, ya en el siglo XI.
Arturo es la voluntad conciliadora; la inteligencia unificadora que desprecia
lo inútil de las guerras intestinas que a nada llevan más que a la parálisis
económica y social. Arturo arranca la espada Excalibur como quien arranca el inmovilismo y la pereza social de
todo un pueblo para blandirla como espuela que aguijonee la propia estima como
Nación. Arturo sobrepasa los rencores locales, las luchas feudales caprichosas
e insufla en sus súbditos el espíritu de la Ley, que a todos iguala. La Mesa
Redonda no es más –ni menos- que el símbolo de la voluntad del líder de vivir
entre iguales a costa de otorgar derechos a sus contemporáneos. Un escándalo!
Excalibur es la herramienta que simboliza la Auctoritas; la espada mágica que
contiene la energía vital capaz de dotar de contenido a un pueblo, de unificar
y articular las diversas culturas del momento en aras de un espíritu común.
Cuando Arturo perdió su espada, el Reino cayó en la Oscuridad. Es decir: una
vez perdida la Auctoritas, comienza a
hacerse uso de la Potestas, que, en
mi opinión, es sinónimo de Caos.
Tercer Tranco
La
situación que vive España, mi nación, se sostiene porque desde hace tiempo, mal
que bien, pertenecemos y estamos ligados con hilos invisibles a un concepto
superior que es Europa. De no ser así; de haber permanecido con moneda propia –la
peseta!- y sin los derechos y obligaciones que se derivan de compartir destinos
políticos con esa idea compleja y de difícil realización que es la Comunidad
Europea, la situación que vive España en estos momentos habría ya estallado en
forma de una nueva guerra civil u otro conflicto de graves consecuencias para
todos.
Porque
lo que ocurre en España, mi país, es de una gravedad y una complejidad que a
cualquier observador internacional le hace llevarse las manos a la cabeza: un
Estado que contiene 17 mini-Estados con toda su parafernalia y todo
su gasto; éstos, a su vez, llevan 30 años manejando el dinero público a oscuras
y sin posibilidad de vigilancia ni control alguno. Muchas de estas 17 repúblicas monárquicas (porque ésta es
la situación, por muy absurda que parezca) han construido y mantienen una
Administración paralela a través de la cual financian el partido político que
gobierna dicha región y, merced a la ausencia absoluta de control del gasto
público (la Administración paralela no tiene funcionarios, sino contratados arbitrariamente elegidos!),
se llevan enriqueciendo políticos, altos cargos, directivos, sindicalistas,
alcaldes, diputados, etc. desde hace nada menos que tres décadas! …El pueblo,
mientras, ve fútbol.
La
Justicia, durante estas tres décadas (la
Treintena Negra, como yo la llamo), ha vuelto la cara hacia otro sitio por
la sencilla razón de que hay jueces del Tercer y Cuarto turnos (nadie me
pregunte qué narices significa eso!) que han accedido a la Judicatura no por
oposición, sino por designación. Por designación… de los partidos políticos!!!
Se deben, pues, a éstos! Al igual que las Cajas de Ahorro, que fueron pobladas
y gestionadas por políticos de carné; en todas las Comunidades Autónomas. En
todas! Y han arruinado, con su interesada gestión, a los españoles. Nos han
llevado a la quiebra como país.
Los
casos de corrupción son innumerables, infinitos; las cifras de lo que nos han
robado a los españoles son astronómicas! Los medios de comunicación,
subvencionados (cuando no directamente comprados!) por grupos mediáticos
nacidos en el seno de los grandes partidos, pasan de puntillas ante cadáveres
calcinados y hediondos sin mencionarlos.
Mientras
tanto, la superioridad de la raza
catalana es expresada en innumerables demostraciones de capacidad
organizativa; la amenaza de secesión comienza a ser un hecho: el Gobierno de
Cataluña, financiado por el Estado español, crea una novísima Historia de
España, difunde un eslogan exitoso (Espanya
ens roba) y concentra todas sus fuerzas institucionales y mediáticas
(pagadas con el dinero de mis
impuestos) en proclamarse víctima y sentirse superior, simultáneamente: la
misma estrategia que puso en práctica Adolf Hitler; sólo que éste sí se basaba
en el penoso trato que habían
recibido los alemanes tras el ominoso
Tratado de Versalles, mientras que los nacionalistas catalanes fundamentan toda
su animadversión en una Realidad Paralela que jamás existió.
Con
una falsa Democracia, que no permite una verdadera representatividad del
ciudadano; con una Ley Electoral que castiga al español medio y favorece al
votante nacionalista; con una Constitución que, única en el mundo, establece
marcadas diferencias entre españoles
(el Fuero Navarro; la singularidad
catalana; el Concierto vasco); con una Ley de Partidos que blinda a éstos
contra cualquier intento de instauración de una verdadera Democracia; con un
Tribunal Constitucional que ha atentado contra la unidad de España en numerosas
ocasiones; con una Justicia que sistemáticamente protege a los ladrones de
cuello duro; con unos bancos que, pese a haber sido rescatados una y otra vez
con el dinero de todos, siguen sin dar crédito a los emprendedores; con una
izquierda enferma que presenta como lo más cool
del momento a unos discapacitados políticos que babean ante la figura hinchada
de Hugo Chávez; con una derecha en cuclillas en un rincón, preguntándose entre
balanceos insanos quién soy, quién soy; con unos nazis disfrazados de
guays cuyo fuero interno grita yo soy catalán y por lo tanto soy
superior a ti; con unas instituciones vascas, pagadas por todos los
españoles, que sienta en los escaños de su Parlamento a etarras mal reciclados;
y, enfín, con un Gobierno estupefacto que se pregunta cada día para qué sirve
la mayoría absoluta, aparece el virus del ébola en Madrid y al lumbreras de
turno no se le ocurre otra cosa que sacrificar a un pobre perro. Sin
analizarlo. Sin mediar palabra. Sin piedad. Sin explicaciones.
Tranco Final
Quién
arrancará la espada Excalibur del
yunque opresivo que conforma la estructura partidista y partitocrática española? Qué Arturo luminoso y certero podrá
blandir a Excalibur para traer a los
españoles una nueva Ley Electoral? Qué nuevo Artorius podrá abrir un proceso
constituyente del que resulte una joven Constitución que separe definitivamente
los poderes y arranque de sus entrañas los privilegios supuestamente históricos
como se arrancó el derecho de pernada?
España
necesita un nuevo Arturo que acabe con los nobles levantiscos, con los
nacionalismos, con las miserias regionales, con la corrupción que emana
inevitablemente de la ausencia absoluta de separación de Poderes; un líder
político que comprenda que la instauración del control entre los diferentes
Poderes garantiza la limpieza en las Instituciones. España necesita entender
que la desconfianza es el concepto
sobre el que se sustenta la verdadera Democracia, que aún no conocemos! Los
españoles tienen que volver a encontrarse con su Nación; y no porque ésta haya
sido la más extensa y poderosa del Orbe en su momento, sino porque tienen derecho a sentirse españoles, como los
franceses se sienten franceses y los norteamericanos, norteamericanos.
Pero,
de momento, no sólo no aparece en el horizonte figura alguna comparable a la de
Arturo, sino que nuestros miserables políticos, nuestros políticos pequeños han
entrado como una horda de bárbaros en el bosque, y como su incompetencia
manifiesta no les ha permitido arrancar la espada Excalibur, la han rociado con gasolina y la han calcinado.
La
supervivencia de todos éstos se basa en que no haya una Excalibur que blandir, ni un Arturo que la arranque de la piedra!
Que hayan sacrificado a ese pobre perro sin dar tiempo a análisis alguno no sólo
constituye un acto de despotismo sin precedentes (un perro es un miembro de la
familia), sino que establece una curiosa sincronicidad: había que destruir a
Excalibur como fuera!
Eduardo
Maestre
Jerez de la Frontera.
12
de Octubre de 2014.
Día de la Hispanidad.